Las necesidades de selfobject del psicoanalista y el efecto de su frustración en el curso del tratamiento: una nueva visión de la contratransferencia

Somos conscientes de que en la literatura existen definiciones múltiples y conceptualizaciones complejas sobre la contratransferencia (véase definiciones y referencias sobre todo en Rycroft, 1972; Moore y Fine, 1990) y por tanto no las vamos a repasar aquí. Históricamente, los psicoanalistas han sostenido dos puntos de vista contradictorios sobre la contratransferencia. Una visión es que está formada por sentimientos por parte del analista que pueden interferir en la terapia del paciente. La otra es que puede ser un valioso recurso en el proceso del tratamiento. Ambas visiones de la contratransferencia tienen un gran paralelismo con las visiones que los analistas pueden tener de la transferencia (puede ser una interferencia o una resistencia al análisis, o puede servir como el vehículo mayor para el proceso analítico). Freud (1910) identificó la contratransferencia como un impedimento al tratamiento eficaz del paciente. Para la mayoría, esta visión persistió hasta 1950, cuando Heimann (1950) propuso una nueva definición y una nueva perspectiva a la contratransferencia. Heimann consideró la contratransferencia como abarcando todos los sentimientos del analista hacia el paciente, y defendió que la contestación emocional del analista a su paciente proporcionaba una de las herramientas más útiles para entender el inconsciente del paciente. Sandler (1976) amplió la idea de Heimann para incluir el proceso con que el analista se alerta de experiencias importantes dentro del paciente, dándose cuenta de ciertos roles que el paciente induce dentro del analista. En este proceso se repiten relaciones tempranas significativas para el paciente.

Debido a la diferencia entre el papel del analista y el del paciente en el proceso del tratamiento, la psicología del analista ha sido relativamente poco tenida en cuenta. Si estamos de acuerdo con Sullivan (1953) en que “sencillamente todos somos más humanos que otra cosa” (pág. 32), entonces como terapeutas debemos asumir ciertamente que estamos hechos del mismo material psicológico que nuestros pacientes. Es decir, nosotros terapeutas, también, aportamos una historia correlativa, una representación acumulativa de nuestra experiencia vivida que estará en interacción con la situación analítica. Esto no nos pone en una posición psicológica diferente a la de nuestros pacientes, a pesar de la diferencia en nuestros papeles.

Kohut, interesantemente, tomó una visión similar a la de Freud cuando describió las contratransferencias “narcisistas” como interfiriendo el establecimiento de las transferencias narcisistas. Kohut (1971) entendió cómo el analista tiende a reaccionar de manera particular a estas transferencias: “Las propias necesidades narcisistas del analista (…) pueden hacer difícil para él tolerar una situación en la que queda reducido al papel aparentemente pasivo de ser un espejo del narcisismo infantil del paciente, y por consiguiente, sutilmente o abiertamente puede interferir en el establecimiento o el mantenimiento del la transferencia especular” (pág. 272). Y “el rechazo de las actitudes idealizadoras del paciente normalmente es motivado por una actitud defensiva ante las tensiones narcisistas dolorosas que se generan en el analista cuando las fantasías reprimidas de su propio self grandioso se estimulan por la idealización del paciente” (pág. 262). Wolf (1979, 1980) y Kohler (1985) han elaborado las concepciones de Kohut y han usado la nueva terminología del “selfobject”. Las transferencias de selfobject se refieren a la necesidad del paciente de conseguir una self-restauración y una self-sustentación en las respuestas del analista. Wolf (1979) acuñó el término contratransferencias de selfobject para denominar el complemento en el analista de las transferencias del selfobject del analizante, tanto si son o no evocadas por el analizante. Es decir, el analista también tiene necesidades del selfobject que se movilizan como resultado de participar en el proceso analítico (véase Wolf, 1980).

La introducción de Kohut del nuevo idioma fue algo más que un cambio en la terminología. Subrayó su visión de que los fenómenos del llamado narcisismo reflejan la frustración y la distorsión de […]

Howard A. Bacal, Peter G. Thomson
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