[Text in Spanish]: Si inquietante es la patología que describe Mª Elena Sammartino, más aún lo es el sufrimiento que ésta causa. Este desasosiego con el que enuncia su bello y sugerente artículo –y que, supongo, ha sentido al trabajar con Asunción, porque se trasluce en sus palabras– es, seguramente, el que provocan estas personas con un trastorno del ser, de la identidad primaria: ser sombra para existir sólo en calidad de apéndice de otro. Y dice, citando a Freud y a Rank, que esta patología del narcisismo tiene como finalidad dar una cohesión al precario yo y desmentir la muerte. Me parece que es cierto: en definitiva, sólo muere el individuo y no la especie. El largo proceso de individuación en la especie humana implica asumirse con límites, ser es ser mortal. Es fácil que la desazón evoque el recuerdo de una vivencia fusional de nuestra primera infancia que reactivamos parcialmente después en múltiples situaciones. ¿Quién no ha creído y aceptado las ideas de la propia familia o de la escuela como propias? ¿Quién no ha aprendido a pensar con los pensamientos de los otros? A veces, hay personas que se quedan ahí e intelectualmente son sombras de otros porque pensar y formarse una opinión propia también es un largo proceso que no siempre se alcanza.
En el caso de Asunción, la renegación de la muerte la ha heredado de sus padres así como la dificultad para investirse como individuo. Si se acepta como sujeto, parece que morirá prematuramente como ocurrió con sus hermanos. Aceptar la muerte para esta mujer puede ser complicado, pero creo que sobre todo lo tiene difícil por la precariedad psíquica en la que ha crecido. Como muy bien dice el artículo, “Asunción aprendió a estudiar en cada momento el variable rostro materno en un intento de descifrar su estado de ánimo y sus pesares ocultos, actuando complementaria o subsidiariamente con ella y desconociendo sus propias necesidades y deseos”.
Sabemos que reconstruir la personalidad requiere de un gran esfuerzo por parte de los dos componentes de la pareja terapéutica y provoca un gran dolor en el paciente por la separación y la pérdida de la omnipotencia, y supone para el terapeuta asumirse durante un largo periodo de tiempo como ese doble ideal que Asunción busca. Alguien que la entienda sin fallas. Las frustraciones son inevitables; el gran sufrimiento que generalmente causan, también. Suelen ser análisis largos y muy difíciles, a veces imposibles. Un objetivo terapéutico, no sé si compartido por ella, parece apuntar a que la sombra cobre vida propia. Si no lo consigue, creo que el análisis puede darle la posibilidad, nada despreciable, de ser consciente de su fragilidad y aprender a protegerse, asumirse como sombra y poder encontrar un buen árbol bajo el que cobijarse.
Anna Segura leave a comment