[Text in Spanish]: El 8 de junio de 2019 nos dejó María Luisa Siquier, Pichona, como se la conocía. Nos deja un modelo de ética y de fortaleza frente a los duros avatares de la vida y una amplia trayectoria profesional clínica y docente.
Su interés por la docencia comienza precozmente, trabajando como maestra. Pichona tenía letra de maestra: clara y legible, y una pasión por la trasmisión del saber, también claro y legible.
Se licencia en psicología en 1961. Nos contó en una oportunidad que ya de jovencita leía las obras completas de Freud que tenia en la biblioteca de su padre. Esa biblioteca dio sus frutos: su hermana, Isabel Siquier, también ha sido una psicoanalista muy reconocida.
Su interés por el psicoanálisis —en especial por el psicoanálisis de niños— la hará formarse intensamente. Discípula dilecta de Arminda Aberastury, estudia con Enrique Pichon Riviere y hace un análisis didáctico con Ricardo Horacio Etchegoyen. Desarrolla un vasto recorrido por diversos hospitales de Buenos Aires: el Alvear, el Israelita, el Clínicas.
Escribe su primer libro: Las técnicas proyectivas y el proceso psicodiagnóstico, en colaboración con tres profesionales, que se convertirá en un libro imprescindible en el abordaje clínico en la infancia. Su pasión por la docencia la lleva a la Facultad de Psicología.
En un testimonio oral en 1999, Pichona, refiriéndose al golpe militar de 1966 que la obliga a renunciar a dos cátedras de la Facultad de Psicología en donde era adjunta —clínica de niños y de adultos— dirá que “fue una pérdida y un dolor tremendo, pero hay una cosa importante que uno valoriza tanto a lo largo de la vida de nosotros, los argentinos, y es la capacidad de recuperación. Porque en lugar de quedarnos ahí, llorando la pérdida, que fue una pérdida realmente importantísima, un grupo de Psicología fundamos en 1968 la Escuela de Psicología Clínica para niños, con lo cual empezamos a estudiar. Primero fuimos alumnas y enseguida pasamos a trabajar como profesoras”.
Y la historia volvió a repetirse, pero con más horror y crueldad. Ante el golpe y el terrorismo de Estado de 1976, frente a la pérdida de su hijo y la persecución política, tuvo que emigrar, primero a Brasil y después, en 1980 a Barcelona. En Río fundó otra Escuela de Psicoanálisis de niños. Y otra vez su enorme capacidad de recuperación. Se vuelca —una vez más— en la clínica y en la docencia.
En Barcelona supervisa centros públicos y participa en ACNUR como coordinadora del equipo de psicoterapia en la asistencia a refugiados. En 1992 lidera junto a otros profesionales la fundación en Barcelona de la Escola de Clinica psicoanalítica amb nens y adolescents (ECPNA), la que preside. Su carisma y su ética permite aglutinar a psicoanalistas de diferentes orientaciones teóricas. Colabora en la fundación de Gradiva – Asociación de Estudios Psicoanalíticos, de la que será su presidenta durante largos años.
Escribe junto a otra profesional Ampliando el mundo (6-12 años). Crecer juntos y, en colaboración con dos cofundadores de ECPNA, Clínica psicoanalítica con niños y Nuevas aportaciones a la clínica psicoanalítica con niños, todos ellos publicados en la editorial Síntesis.
Los que tuvimos el placer de acompañar y formarnos con Pichona estos años, recordaremos su generosidad, cómo trasmitía su fuerza, su curiosidad, su pasión por la lectura, por la enseñanza, por la música, por los perros. Nos asombraba ese olfato clínico, el saber escuchar a los pacientes, el respeto por los niños, el priorizar la clínica frente a los dogmas teóricos.
Y su entereza ante la vida.
Gracias Pichona por haberte conocido.
Hasta siempre querida maestra.
Carlos Blinder leave a comment
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