[Text in Spanish]: Tuvimos el honor, tras la asamblea de nuestra revista, de escuchar a Joan Busquet en su conferencia: La utilización del lenguaje para enmascarar la realidad (¿Hay que cambiar las palabras para cambiar las cosas?).
Como psicoanalistas sabemos de la importancia de las palabras y de su poder para crear o enmascarar realidades. Sabemos de su fuerte lazo con el mundo emocional y de su capacidad para despertar o esconder afectos. Casi se nos hace realidad un pasaje del Evangelio: «con una palabra tuya bastará para sanarme». Tal es la fuerza que sabemos tienen las palabras.
Y esto también lo saben los lingüistas y los estudiosos de la comunicación. Escuchemos a Álex Grijelmo (2000): «El espacio de las palabras no se puede medir porque atesoran significados a menudo ocultos para el intelecto humano; sentidos que, sin embargo, quedan al alcance del conocimiento inconsciente»
La conferencia tuvo un doble interés. Por un lado, el tema que, es apasionante; por otro lado, el conferenciante, tanto por sus conocimientos como por su profesión, diferente a la nuestra, con lo cual fue portador de otra mirada. Y esto quedó demostrado en el coloquio posterior, que transcurrió con gran viveza y riqueza.
Escuchamos a un hombre comprometido con la palabra, un hombre que opina que la lengua es la única cosa verdaderamente democrática que nos queda.
Comprometido y luchador, comenzó estudiando derecho y ciencias políticas, estudios que no pudo acabar por ser expulsado de la universidad precisamente por su responsabilidad con la política y con la libertad, entre otras la libertad de expresión.
Joan Busquet fue dirigente del PSUC y director del semanario Treball en los años 1975-81.
Entre 1981-90 dirigió el Gabinete de prensa de la Diputación de Barcelona y el de la Delegación del Gobierno en Cataluña.
Su profesión es periodista. Entró a trabajar en El Periódico de Catalunya en el año 1990, ocupando diversos cargos: jefe de política, jefe de edición, jefe de edición en catalán, coordinador general y en la actualidad subdirector.
Es autor del libro de estilo del diario y ha publicado diversos artículos sobre el tema de su conferencia así como impartido diversos cursos sobre cómo escribir en la prensa, entre otros a psicoanalistas.
Volvamos a Álex Grijelmo y a su libro, que por cierto me recomendó Joan, La seducción de las palabras:
Las palabras tienen, pues, un poder oculto por cuanto evocan. Su historia forma parte de su significado pero escondida a menudo para la inteligencia. Y por eso seducen. Y esa capacidad de seducción no reside en su función gramatical […] ni en el significado que se aprecia a simple vista, a simple oído, sino en el valor latente de sonido y de su historia, las relaciones que establece cada término con otros vocablos, la evolución que haya experimentado durante su larguísima existencia o, en otro caso, el vacío y la falsedad de su corta vida. Nietzsche dijo que toda palabra es un prejuicio, y que toda palabra tiene su olor. Sí. Porque toda palabra es previa a sí misma, existe antes de pronunciarla. Y en eso reside su poder.
Margarita Solé leave a comment