Presentation of the article «About the construction of symbol and allegory» by Donald Meltzer

[Text in Spanish]: Cuando me solicitaron que escribiera un texto en relación con la reciente muerte de Donald Meltzer sentí que no me podía negar, después de estar tan ligado a él, como mis compañeros del Grupo Psicoanalítico de Barcelona. Pensé que no tendría muchas dificultades para hacerlo pero, después de perder mi ingenuidad, creí que la mejor manera de hablar de él era dejarle hablar a él mismo y por eso pensé que lo más adecuado era ofrecer a los lectores de Intercambios, Papeles de Psicoanálisis el texto de una conferencia de Donald que refleja bien su manera de ser y pensar. En esa conferencia están condensados muchos de los pensamientos que él fue elaborando a lo largo de su dilatada vida comprometida con el psicoanálisis. Como él mismo dice en la conferencia, el psicoanálisis lo cogió del cuello a los 16 años y ya no lo abandonó más.

Su vida tan intensa se nutrió de unos padres generosos que hicieron creer a Donald que ellos se habían dedicado a hacerle la vida feliz, tanto a él como a sus hermanos.

Su interés por el psicoanálisis le llevó a buscar otro análisis en Europa en donde encontró a Melanie Klein, su analista hasta que ella murió. Sus compañeros de grupo de trabajo fueron, entre otros, Money-Kyrle, Hanna Segal, H. Rosenfeld, E. Bick, W. Bion. El encuentro con estos psicoanalistas permitió que su primer interés por la psiquiatría infantil en su EE.UU. natal se desplegara sobre muchos otros temas como la psicopatología de niños, adolescentes y adultos; los estudios de psicología evolutiva; las investigaciones sobre el autismo; el desarrollo de la simbolización y los trastornos del pensamiento; el interés por la técnica psicoanalítica y la formación de los analistas, etc. Sus obras atestiguan su vitalidad, su curiosidad y su fidelidad al psicoanálisis: El proceso psicoanalítico (1967), Los estados sexuales de la mente (1973), Exploración del autismo (1975), El desarrollo kleiniano (1978), Vida onírica (1983), Metapsicología ampliada (1986), La aprehensión de la belleza (1988), Claustro (1992), Sinceridad y otros trabajos (1994), Clínica psicoanalítica con niños y adultos (1995), Adolescentes (1998), Supervisión con Donald Meltzer (2003). Con Martha Harris, su esposa, publicó una pequeña obra metapsicológica, rica en consecuencias: A Psycho-analytical model of the child-in-the-family-in-the-community que fue traducida como «El paper educatiu de la família» (1989), y como «Familia y comunidad» (1990). La tarea psicoanalítica desarrollada en Londres y luego en Oxford, unida a su dedicación a la docencia y supervisión en diferentes países, más su gran interés por la filosofía, la historia, la lingüística, la ingeniería, la música, (además de su amor por los árboles, los caballos y los perros) hizo que su desarrollo como psicoanalista no quedara restringido a la repetición del saber consagrado. El encuentro con las ideas de Bion tuvo grandes consecuencias en su pensamiento que le llevó por caminos nuevos, postkleinianos. Su libertad hizo que entrara en conflicto con algunas personas y grupos, pues el establishment desconfía de las nuevas ideas; pero su elegida soledad no esterilizó su pensamiento. Mientras se sostenía en la fidelidad a sus objetos internos, y bajo su égida, pudo desarrollar su tarea con ilusión. Esta es una de las notas que más destacaría de Donald: su capacidad de confiar en el desarrollo de las personas; al confiar en los objetos internos, portadores de sabiduría milenaria, no perdía la esperanza aún en los momentos en los que el lenguaje mentiroso, la propaganda y la corrupción parecían reinar en todas las áreas. Su generosidad y sencillez le permitió rodearse del afectuoso aprecio de colegas, familiares y amigos que le acompañaron hasta el final. Cuando el 13 de agosto de este año se marchó hacia otro lugar, se hizo el silencio y sentimos su dolorosa ausencia. Como nos decía Catharine Mack Smith, ahora «Donald nos queda como objeto interno». Sus libros y los recuerdos de los momentos compartidos con él nos alivian el dolor y nos acompañan en nuestro camino.

El contexto de esta conferencia fue un encuentro realizado en Florencia, el año 2000, en donde nos encontramos psicoanalistas de diferentes lugares interesados en el pensamiento postkleiniano. En aquel encuentro, caracterizado por un clima de camaradería, él nos trasmitió condensadamente lo que estaba pensando en ese momento. Ofreció lo que pensaba entonces y pidió que lejos de convertir su intervención en una conferencia magistral fuera otro punto de partida para el trabajo en un clima de taller. La invitación permanece y os la transmito.

Carlos Tabbia
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