Prostitution: practice and symbol of the misery of sexuality

[Text in Spanish]: Tengo que mostrar, en primer lugar, mi satisfacción al recibir el encargo de la revista Intercanvis, a través de mi querida amiga Marta Areny, para colaborar en este número con un artículo sobre la prostitución. Tema que está teniendo un protagonismo en la sociedad española impensable en años anteriores, y que adquiere una importancia enorme en cuanto no sólo afecta a los cientos de miles de mujeres —quinientas mil calcula la policía— que sufren esa forma de esclavitud, sino a todos los ciudadanos: las mujeres en cuanto la existencia de esas mujeres crea una imagen que lleva a simbolizar lo femenino como lo prostituíble, a los hombres ya que como clientes muestran una sexualidad miserable y como espectadores y consentidores —incluso entusiastas— se convierten en cómplices de esa miseria sexual.

La sensibilización que aparentemente está mostrando la sociedad española para considerar la prostitución como un trabajo igual a otro cualquiera, que por ello mismo precisa de una regulación o legalización, que lo sitúe al mismo nivel de los demás contratos de trabajo, me ha preocupado especialmente al constatar la degradada evolución de la ideología española desde los años del feminismo militante y multitudinario en que éste se reivindicaba revolucionario. De defender la lucha por construir una sociedad igualitaria, fraternal, solidaria con todas las causas de los oprimidos del mundo, en unos años se ha transformado en la aceptación —incluso la defensa— de la prostitución, una de las formas más opresoras y despersonalizadoras de la esclavitud femenina.

Las militantes del Partido Feminista y las socias del Club Vindicación Feminista hemos planteado el problema desde mucho tiempo atrás. En nuestro número 2 de Poder y Libertad, publicamos un largo informe sobre prostitución en el que se analizaba profundamente las causas y los efectos de esta perversión social. Durante varios años, desde esa fecha, hemos denunciado en los medios de comunicación la perversa campaña que ciertos sectores de la intelectualidad, de la política y de los formadores de opinión, y lo que es peor, del feminismo, están realizando para lograr la legalización de esta infame explotación a la que someten a las mujeres más pobres. Pero la capacidad que tienen esos grupos para difundir sus mensajes, los medios que han demostrado poseer en esa campaña, nos ha hecho comprender, muy fundadamente, que detrás de la supuesta preocupación por el bienestar de las prostitutas lo que se encuentra es el interés de las mafias organizadas de la prostitución. Esas mafias pretenden además de asegurarse el rendimiento económico que extraen de semejante comercio humano, tener la garantía de que no van a ser perseguidas y de que sus esbirros, porque naturalmente los capos más importantes nunca caen bajo las garras de la ley, no van a ser reos de ningún delito. De tal modo, los intermediarios pretenden no ser perseguidos como les sucede en algunos países, y poder traficar con mujeres, con niñas y niños, con toda libertad, sin pagar los sobornos que ahora engrosan las arcas de tantos personajes e instituciones.

Esa campaña está teniendo tal difusión que nos parece un fenómeno alarmante que en España no haya una sensibilización mayor a nivel ciudadano contra semejante propaganda. Nosotras estamos coordinadas con las organizaciones feministas de muchos países, que están luchando, desde hace años, contra la prostitución organizada. Por ello nos sentimos desconcertadas y tristes al constatar que en España, esta lucha está siendo ignorada o estigmatizada. Las asociaciones internacionales contra el tráfico sexual que trabajan en todos los países, algunas en las más penosas condiciones, como las de Tailandia, Filipinas, Santo Domingo, de donde se importan muchachitas menores de edad, o se explotan allí mismo para el turismo sexual, publican sus estremecedores informes sobre las horribles condiciones en que se secuestran y exportan niñas, se las encierra en cárceles clandestinas, se las apalea para obligarlas a soportar la utilización sexual de su cuerpo por parte de veinte hombres, y más, diarios, y se las asesina cuando intentan huir.

En Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia se ha abolido, penalizando a los proxenetas […]

Lidia Falcón
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