[Text in Spanish]: Introducción
Proseguimos la discusión con Ramon Riera acerca de cuestiones psicoanalíticas que nos parecen de gran importancia para el futuro de nuestra profesión. Él centra su respuesta a mi trabajo Manifestación independiente en dos grandes temas, a saber: la cuestión de la teoría y lo relativo a la biología o al biologismo entendido como una oposición al psicologismo. Como se verá se trata del problema de la psicogenia, que es el aspecto más controvertible del psicologismo, cuando propone que el síntoma o el trastorno mental o corporal tiene sentido o significado. Contrariamente a lo que parece que Riera me imputa nunca he dicho que una causa psíquica no pueda ocasionar un problema mental. He afirmado que el síntoma no tiene sentido o significado, no puede ser símbolo, no representa nada, no es el compromiso derivado de un conflicto porque la fisiología y la patología no pueden ser el resultado de una contienda entre una pulsión y una instancia represora. He afirmado que la psicogenia psicoanalítica debe abandonarse porque no se sostiene por más tiempo que el síntoma, el trastorno o el carácter representen o simbolicen un conflicto moral o sean el representante de una fantasía. Más vale que no haya una psicopatología psicoanalítica, porque no puede mantenerse que el síntoma o el trastorno sean el producto de un conflicto moral donde uno de sus componentes está referido a la sexualidad y a la destructividad. Se habla de moral al afirmar que un conflicto origina la patología cuando uno de los componentes de dicho conflicto es un deseo sexual, perverso o no, la destructividad, el sadismo o la envidia. Se moraliza innecesariamente el psicoanálisis al mantener estas teorías y, actualmente, se lo daña muy gravemente. Me ocuparé en extenso de este tema tan importante.
Por otra parte he argumentado contra la opinión que hace del ambiente una especie de demiurgo que es capaz de esculpir cualquier figura patológica. El ambiente puede fomentar la aparición de lo que ya está predeterminado, pero no tiene la capacidad ni el poder de modelar el detalle de la patología. La esquizofrenia no aparece por la acción de una madre que se llamó esquizofrenógena. Freud enseguida comprendió que aun cuando el ambiente pudiera ser muy traumático no podía determinar el tipo de patología que podía surgir. Por ejemplo, la posible relación entre seducción traumática e histeria muy pronto fue abandonada. Aunque los factores ambientales puedan ser muy poderosos, por sí mismos no pueden modelar una respuesta específica y determinada en lugar de otra, y una mente como la de Freud no podía caer en tales suposiciones acientíficas. Precisamente, de ahí arranca la especulación psicoanalítica, en la medida que quiere ofrecer una explicación razonada de la aparición del síntoma, del trastorno y del carácter o personalidad. Freud advirtió que para formular una propuesta científica sobre la patología sólo había dos alternativas: la biológica, representada por Charcot, o la de la psicogenia que él quiso emprender. No hay otros caminos posibles. Aunque Freud se decantó finalmente por la sociología, nunca llego al extremo de seguir el tipo de psicogenia que en la época moderna adoptarían los conductistas. Pretender explicar el trastorno, muy sencillamente, diciendo que la repetición de determinadas situaciones crea hábitos patológicos, no podía ser del agrado de Freud que comprendió la complejidad y la variedad de la vida mental. De la misma manera que hoy sabemos que en el fumar hay algo más que hábito, hay algo interno que puede hacer muy difícil dejar de fumar, de forma parecida no puede reducirse la patología a la conducta o al hábito. Que había algo interno, Freud lo supo desde el primer momento, en esto no difirió de Charcot y otros biologistas. Estuvo pensando toda su vida cómo resolver este problema. Se trata del célebre asunto denominado «elección de la neurosis» que no pudo aclarar de un modo que a él mismo le satisficiera. Tanto es así, que al final de su vida, después de muchas vueltas y teorías, casi se inclinó por la predisposición hereditaria de las neurosis. En efecto, si lo que define a la neurosis es el papel patógeno de los mecanismos de defensa, tenemos: «La respuesta es inequívoca. No hay razón alguna para impugnar la existencia y […]
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