[Text in Spanish]: Hacia un retrato de la mente en movimiento — la del analista y la de otros— y hacia un marco para otros estudios similares.
I
Hace más de cincuenta años un analista dijo:
«Existen, sin duda, analistas a quienes les gustaría substituir conocimiento por experiencias… Al menos tantos como otros analistas que cometen un error igualmente grave. Abusan de la idea del inconsciente del analista como instrumento de su percepción, de manera que difícilmente hacen algo más que “flotar” en el análisis, sentarse y meramente “experimentar” cosas, como para comprender fragmentos de los procesos inconscientes del paciente y comunicárselos sin seleccionarlos. Por lo tanto, no hay oscilación [cursiva añadida] desde la intuición hacia la comprensión y el conocimiento, que sólo hacen posible ordenar, en un contexto más amplio, el material que ha sido comprendido con la ayuda del inconsciente del analista.»3
Son éstas, como es fácil reconocer, las palabras de Otto Fenichel. Espero que nos ayuden a sintonizar la polifonía de voces de ayer, hoy y mañana, y así considerar algunos aspectos del cambiante estado de nuestro arte.
Pienso que estaremos todos de acuerdo en lo razonable de la advertencia de Fenichel. Un arte que pierde la cabeza es un arte perdido; una ciencia que pierde su arte, es una ciencia fósil. Inclinados a pensar y sentir en extremos polares —en verdad a pensar acerca del pensamiento y del sentimiento como extremos polares— corremos siempre el riesgo de quedar perdidos en los polos.
Fenichel pregunta cómo nos las arreglamos, cuando nos las arreglamos, para no perdernos. Responde: «Oscilamos».
Su pregunta parece más rica que su respuesta.
En poesía, Shakespeare (en El mercader deVenecia) pregunta:
«Dime dónde nace la fantasía ¿En el corazón o en la cabeza? ¿Cómo se engendra? ¿Cómo se nutre? Responde, Responde.»
Tres siglos más tarde, en prosa, aunque no prosaicamente, Wordsworth responde: «Nuestro continuo flujo de sentimientos es modificado y dirigido por nuestros pensamientos, que son en verdad los representantes de todos nuestros pasados sentimientos» (en el prólogo de Lyrical Ballads).
Fenichel parece correr el riesgo de excluir a Wordsworth de esa conversación. Ambos pueden estar apuntando a finalidades unitarias, pero Wordsworth habla de transformaciones infinitas que se expanden y reorganizan —reuniones trascendentes infinitas— y Fenichel, simplemente, de oscilación. La pregunta que quiero plantear es la siguiente: ¿Qué es, en realidad, oscilación?
En la actualidad, en un poema para niños, David McCord dice:
Pienso en el elefante y en la pulga,
En algún sitio entre ellos estoy yo.
Tal vez la pulga no es consciente de esto:Tal vez yo no soy lo que los elefantes podrían echar en falta.
No sé cómo pasa la pulga sus días;
Supongo que a un elefante sólo le gusta balancearse.Pero ahí están ellos: uno pequeño y otro grande.
Y en el medio, sólo yo a cargo de ellos!
Pienso que McCord está en la pista correcta. Dice que es una tendencia básica de nuestras mentes pensar en polaridades —infinitas polaridades— y ponernos a nosotros mismos en el medio. Definimos una cosa como «ésta» y otra como «aquélla», y nosotros mismos entre ésta y […]
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