La vida es Danza. El arte y la ciencia de la Danza Movimiento Terapia
Hilda Wengrower y Sharon Chaiklin (coord.)
Barcelona: Gedisa, 2008
Este es un libro coral, riguroso y completo que recoge contribuciones de diferentes autores, todos ellos danzaterapeutas, basadas en su experiencia profesional y partiendo de su bagaje teórico personal.
El libro ofrece, en lengua castellana, la posibilidad de conocer una nueva profesión interdisciplinar donde el arte del movimiento, la danza y la psicología se entrelazan para ofrecer una herramienta terapéutica a distintos campos de la salud mental. Y muestra también la sólida formación en psicología, psicoterapia y lenguajes del movimiento de sus autores, a la par que su deseo de trasmitirlos a nuevas promociones de danzaterapeutas.
Para aquellos profesionales que procedemos de otras disciplinas terapéuticas, adentrarnos en los contenidos del libro se vuelve sugerente y sin lugar a dudas enriquecedor. Creo interesante recoger al principio de esta reseña la descripción de danza que hacen las coordinadoras del libro, entendiéndola como un movimiento corporal, en su sentido más amplio, que responde a sensaciones internas del individuo o a la percepción de estímulos externos, con una duración y espacio delimitado, y entendido como un elemento comunicativo consciente o inconsciente.
El libro está dividido en tres partes. La primera de ellas recoge conceptos básicos de la DMT, su historia y su diferencia con otras terapias corporales. La segunda muestra experiencias clínicas en diferentes ámbitos asistenciales y una tercera parte que se ocupa de aspectos técnicos en relación a distintos métodos de observación del movimiento y otras cuestiones más estrictamente profesionales.
A lo largo del libro el lector va sumergiéndose en un mundo de sensaciones y vivencias en el que Chodorow, en su capítulo, nos invita a jugar, usando nuestra imaginación para recordar nuestras propias experiencias, a través de la lectura de las descripciones que va haciendo. En dicho capítulo se examina la relación que existe entre las emociones, la imaginación y su expresión corporal, tomando como punto de partida la teoría de los afectos de Stewart (analista Jungiano) y que concluye diciendo:
La DMT está entrelazada con la imaginación social, la imaginación relacional y las experiencias interactivas, el trabajo con la dinámica de la proyección de la sombra (el inconsciente) y otras proyecciones de la transferencia recíproca entre paciente y terapeuta. Se trata de la imaginación empática, del mundo global de fantasías que todos tenemos en relación con los demás.
H. Wengrower nos ofrece un interesante capítulo donde describe diferentes aspectos psicológicos del proceso creativo desde la psicología y, en especial, desde el psicoanálisis, sin adherirse a una escuela determinada. Describe la DMT como una forma terapéutica que se relaciona no sólo con el cuerpo presente y observable, sino con el simbólico y fantasmático, acompañando al paciente en la búsqueda de la emoción que ese gesto expresa o reprime.
A partir de la comparación hecha por Freud entre la actividad del artista y la del niño que juega, en el sentido de que ambos crean un mundo fantaseado con el que se relacionan sin perder el contacto con la realidad, discurre por las ideas de diferentes autores, cuyas aportaciones forman parte del marco teórico referencial de la DMT.
Los ejemplos clínicos que muestra, analizados desde el proceso creativo que se despliega en la sesión, como parte del proceso terapéutico, presentan similitudes a lo que en una psicoterapia verbal, denominaríamos asociación libre, donde también aparecen los fenómenos de transferencia y contratransferencia, pero tal como ella describe en este caso con la presencia activa del cuerpo en el proceso y las fases de cambio.
Ante la realidad de ese despliegue emocional del paciente y la aparición de ansiedades a veces complejas en su manejo, me parece no sólo acertada […]
Montserrat Guàrdia i Porcar déjale un comentario