Psicopatología y poder. Un ensayo sobre la perversión y la corrupción
J. L. Tizón
Barcelona: Herder, 2015
En una ocasión, corría el año 1971, le preguntaron a Michael Foucault por qué le interesaba tanto la política. Transcribimos aquí parte de su respuesta:
¿Por qué no debería interesarme? Es decir, qué ceguera, qué sodera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos. (Chomsky, Foucault y Elders, 1971: pp. 53-54).
No cabe duda de que como profesionales de la salud mental añadiríamos algunos matices a lo propuesto por el genial filósofo francés en cuanto a la «esencia» de nuestra vida, pero es innegable el ascendiente que lo social (entendiendo por social un amplio espectro de cuestiones colectivas como la cultura, sus valores, la política, la economía y demás) posee sobre todos nosotros. Tanto es así que, según como se mire, el modelo biopsicosocial podría reformularse en uno sociopsicobiológico, puesto que los condicionantes sociales son, según la propia OMS (Marmot y Wilkinson, 2006), aquellos que más peso ejercen en las cuestiones referidas a la salud y la enfermedad.
El sufrimiento mental, desde el puramente homeostático al más excesivo, actúa como un sismógrafo de lo que nos sucede y lo que nos rodea. En este sentido, algunas patologías psíquicas […]
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