Mesa redonda organizada por la Asociación Española de Historia del Psicoanálisis, celebrada el 21 de febrero del 2004, en el auditori FIATC, de Barcelona
En nuestra mesa redonda anterior debatimos acerca de «lo Prohibido», lo prohibido que es lo potencialmente realizable, como el incesto y el parricidio. Hoy ponemos a debate distintas visiones sobre «lo imposible», donde podemos agrupar:
1º el fracaso de la ilusión de poder controlar los pensamientos y acciones del otro,
2º el descubrir que tenemos que escoger entre un sexo u otro y,
3º el envejecimiento y la muerte. (Joyce McDougall, 1987) Constatamos con dolor que no somos omnipotentes, ni bisexuales, ni eternamente jóvenes, ni inmortales.
Aunque suene a redundancia, aclaro que en el Edipo está la prohibición y en el narcisismo, el interjuego omnipotencia-impotencia.
Hoy debatiremos sobre el narcisismo, desde tres enfoques diferentes en esta mesa, amén de los que surjan en la discusión con los asistentes a la misma.
El concepto de narcisismo fue empleado por primera vez en 1887 por el psicólogo francés Alfred Bidet (1857-1911), para designar una forma de fetichismo que consiste en tomar a la propia persona como objeto sexual, citando a Elizabeth Roudinesco y Michel Plon. (Diccionario de Psicoanálisis, 1998)
Según los mismos autores «en 1908, Isidor Sadger habló de narcisismo a propósito del amor a sí mismo como modalidad de elección de objeto en los homosexuales, diferenciándose de Havelock Ellis que consideraba al narcisismo como una perversión», Sadger lo consideraba un estado normal de la evolución psicosexual en el ser humano.
Aunque ya también en la tradición griega, se llamaba narcisismo, al amor a sí mismo. La leyenda de Narciso se hace conocer gracias al tercer libro de la Metamorfosis de Ovidio.
Narciso se atrajo el amor de más de una ninfa, entre ellas Eco a la que rechazó, ésta languideció hasta quedar reducida a la voz. Los dioses castigaron a Narciso haciendo que, extasiado ante su propia imagen reflejada en un lago, se consumiese de amor por sí mismo. Otra versión dice que muere […]
Roberto M. Goldstein déjale un comentario