Melancolía – clínica y transmisión generacional
Carlos Fernández Atiénzar
Xoroi Edicions, Barcelona, 2019
«No sorprende la presencia de un libro sobre la melancolía… Es más raro, en cambio, un libro de psiquiatría que trate sobre ella. Es una noticia agradable pero curiosa en estos momentos».
Con estas palabras, José María Álvarez y Fernando Colina inician el prólogo del libro —magnífico— Melancolía, clínica y transmisión generacional, del psiquiatra Carlos Fernández Atiénzar. Y es que, en efecto, actualmente no sorprende que alguien escriba un libro sobre la melancolía, pero sí lo es que el autor sea un psiquiatra ya que, como se ha señalado, el término melancolía ha sido prácticamente abandonado por la psiquiatría académica, esa que se muestra sometida —agradablemente— al mandato supuestamente científico de la saga de los DSM (Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), inventada por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). La quinta edición del DSM-5 solo considera el término melancolía como adjetivo, en el apartado de especificadores para trastornos depresivos. «Con características melancólicas», es el sintagma acuñado por el DSM-5 para referirse a aquellos estados depresivos que cursan con pérdida de placer por todas o casi todas las actividades, falta de reactividad a estímulos generalmente placenteros y, tres o más de todo un conjunto de seis características entre las que destaca la «culpa excesiva o inapropiada». De esta forma, con media página, el Manual gestado en los EE.UU. líquida el asunto de la melancolía; media página de un total de treinta y tres que dedica a la depresión. La consecuencia de todo ello es fácil de comprender: la casi inexistencia del diagnóstico de melancolía en todos aquellos entornos que siguen a pies juntillas los mandatos del manual norteamericano.
En este contexto, marcado por un explícito desprecio por la psicopatología, es de agradecer que un profesional de la salud mental, más específicamente, de la red pública de salud mental, haya tenido el coraje de emprender una tarea nada fácil, de navegar contracorriente y plantearse preguntas y, al mismo tiempo, proponer hipótesis que ayudan a comprender un poco más los complejos entresijos del fenómeno melancólico. Pero para acometer una empresa de tal envergadura […]
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